Tomada de Canva
Por el periodista ciudadano Dairon Vidal
Mar 8, 2023 | 1:10 PM
Duele salir a la calle y ver rostros deprimidos y demacrados, ausentes de todo rasgo de alegría, personas cabizbajas, pensativas y casi ahogadas en penas y carencias gracias a este estado fallido en el que vivimos. No hay que ser psicólogo ni entendido en temas de economía para saber que, todo ese dolor y aflicción que hoy se refleja en la cara de nuestros vecinos, familiares y amigos, vino junto con el reordenamiento monetario y con la constante inflación que enfrentamos a raíz de todos estos cambios, los cuáles, lejos de facilitarnos la vida, solo llegaron para complicarla más.
No es la primera vez que se habla de este tema, tampoco es que huela a gastado, aunque cabe reconocer que ver las caras de las personas, de esos transeúntes que caminan diariamente por las calles de la ciudad como zombis, como hojas movidas por el viento, no es más que la realidad reflejada en el espejo de la incertidumbre que fue sembrada por la dictadura en los corazones de todos los cubanos
. Fue, ha sido y continuará siendo difícil adaptarse al nuevo sistema económico que enfrentamos, donde un peso ya no vale, donde el trabajo no es más que una forma para ocupar el tiempo y no una manera de llevar a nuestras mesas algo de alimento con nuestros propios esfuerzos. Cada día es una agonía en bucle, cada persona es un mundo aparte y cada uno enfrenta esos problemas que, si bien son cotidianos y colectivos, no es menos cierto que también cada hogar tiene sus propias preocupaciones.
Cómo explicar a nuestros hijos lo que les espera por simplemente haber nacido en un país como este; cómo hacerles entender que nunca conocerán por si mismos esa alegría de antaño que se disfrutaba en cada esquina, en cada parada de guagua, en cada cola y que hoy no es más que solo un vago recuerdo aplastado por la horrible realidad que nos impusieron; cómo explicarles que jamás volverán a ver la felicidad en el rostro del cubano.
Publicado originalmente en la edición 141 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Cimarrón de Mayabeque