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Feb 28, 2021 | 6:05 PM
Publicado originalmente en la edición 57 del medio de comunicación comunitario del ICLEP Páginas Villareñas.
Esperando por los buenos sentimientos
Por la periodista ciudadana Rachel García
Vivimos en una sociedad extraña donde los sentimientos negativos por desgracia han triunfado sobre los positivos, casi todo lo que se hace termina mal y al final a muy pocos les importa. De una u otra manera, la apatía el desinterés y la chapucería han llegado para quedarse en nuestras vidas, lo que por supuesto hace todo cada día más difícil, y más sombrío sin que se observe una luz en el horizonte.
Todo esto provoca que la vida en este país y sobre todo en los centros de trabajo para muchos transcurra de manera robótica y que sentimientos muy humanos como el deseo de superación y de hacer las cosas bien por solo poner dos ejemplos prácticamente hayan desaparecido, dando espacio a la mentira y a la justificación por todo lo que se hace mal.
A todo esto, se agregan rasgos como la incompetencia, descontrol, el facilismo o la permanente y muy criticada burocracia, que para nuestro asombro sigue floreciendo para tormento de muchos y beneficios de unos pocos, que la aprovechan y alimentan con tal de sacar ganancias y beneficios personales.
Casi todo atenta contra el progreso, consignas ideológicas con más de sesenta años que ya nadie entiende pero que siguen anunciándose para aparentar un falso apoyo al régimen gobernante, o el enemigo omnipresente que siempre está ahí para echarle la culpa de todo, esto las grandes multitudes todavía no lo cuestionan, por lo menos abiertamente.
Los formalismos, justificaciones y la falta de exigencia de la sociedad en general ante lo mal hecho y los sentimientos negativos, facilitan el trabajo de los manipuladores, aprovechados y los mediocres que permanecen en el poder.
Los problemas sociales aumentan cada día y con ellos los sentimientos de odio y conformismo, primero agredimos o pasamos por encima de un vecino en una cola para comprar un producto deficitario, que criticar al verdadero responsable de nuestros problemas, el régimen gobernante.
También preferimos seguir luchando o robando en nuestros centros de trabajo antes que salir a las calles a exigir al gobierno, resultados que nos beneficien de verdad, o por qué no, su renuncia inmediata.
La historia escrita en estos últimos sesenta años demuestra que los sentimientos de todo un pueblo se pueden manipular y utilizar para el beneficio de una clase dominante, seguir aguardando o creyendo por lo prometido, parece un asunto irracional.
Todavía estamos a tiempo de regalarles a nuestros hijos o nietos, un futuro de oportunidades verdaderas y reales en el que los buenos sentimientos vuelvan a florecer.