Esteban Fernández
Feb 17, 2021 | 2:03 PM
Por Esteban Fernández
Cuando nacemos y nos criamos entre cubanos nos parece que hemos vivido toda una vida rodeados de ADIVINOS.
Las "profecías cubanas" casi siempre comienzan con "Me juego todo al canelo a que..." y terminamos con un tajante: "¡Eso es al segurete!" Es algo así como que los cubanos llevamos a retortero una mochila "con una bola mágica de cristal" adentro.
Es aquí, en los Estados Unidos, donde yo me he acostumbrado a escuchar los partes meteorológicos, porque en mi país no hacía falta eso, todos los cubanos podían adivinar y decirnos: "¡Mi socio, va a caer tremendo aguacero, agarra un paraguas!"
En realidad, no existe "el pesimista cubano" se trata simplemente de "un adivino de mal agüero".
El adivino cubano "se tapa" diciendo: "Yo quisiera estar equivocado, pero me parece que..." Es decir, que, si adivina bien, y si no adivina "él está contento porque adivinó que quizás no iba a adivinar". Increíble.
¿Usted nunca ha estado sentado en un restaurante con un cubano y este comienza a "adivinar" que la carne de puerco que ordenó le va a caer mal? Y al terminar "adivina" que el café cubano que se está tomando "lo va a desvelar toda la noche".
Donde más crecen nuestras dotes de "adivinos" es viendo un juego de béisbol. A cada instante el cubano nos dice: "Tú verás, tú verás que éste va a tocar la bola". En béisbol tenemos ¡hasta "cábalas cubanas" como "después del error viene el hit"!
Usted observe que la inmensa mayoría de los padres cubanos jamás les pegan a sus hijos, los regañan muy poco, y rara vez los ponen en penitencia.
Simplemente "les adivinamos las calamidades que les pueden pasar si no hacen caso". Y hasta llegamos a decir: “Hagan lo que les dé la gana, pero ¿ustedes saben lo que les va a pasar si lo hacen?"
Desde luego, algunos cubanos adivinamos lo que iba a suceder en Cuba: que "los Castro serían un millón de veces peor que Batista" y nos tiraron a mondongo la predicción.
¿Verdad o mentira? Vaya, digámoslo de una vez y por todas: En 1959 la mayoría de los cubanos perdió la brújula y la bola de cristal se fue para casa de la timba.