Dictadores Fidel Castro y Hugo Chávez
Por el Dr. José Azel
May 26, 2023 | 9:20 AM
“Coleccionistas de heridas” es un término acuñado por el ex Agente Especial del FBI Joe Navarro en su libro “Cazando terroristas: una mirada a la psicopatología del terrorismo”, y posteriormente analizado en artículos suyos en Psychology Today. Navarro lo define como “La recogida y preservación conciente y sistemática de transgresiones, violaciones, errores sociales, reclamos, injusticias, tratamientos injustos, o menosprecio a uno mismo u otros, con el propósito de alimentar, fortificar o justificar una ideología maligna, promover odio, satisfacer patologías, o exigir venganza”.
Navarro, experto en contrainteligencia y evaluación conductual, utilizó primeramente el término analizando terroristas, destacando que “son coleccionistas perennes de heridas” que frecuentemente destacan “eventos de décadas o incluso siglos anteriores”. Cita como ejemplos a Ted Kaczynski y su “Unabomber Manifesto” condenando la tecnología; la fatwa de Osama Bin Laden en 1996 condenando hechos de cuando las Cruzadas, y muchos otros.
Para mí el concepto “coleccionista de heridas” desencadena la imagen de intelectuales y políticos izquierdistas latinoamericanos que siempre acusan a EEUU o las corporaciones multinacionales por todos los males que afligen a la región.
Cuando estudiaba Relaciones Internacionales en los 1970s muchos de mis profesores estaban enamorados de la Teoría de la Dependencia, de que los recursos fluían, de forma explotadora, de una “periferia” de países pobres subdesarrollados a un núcleo de países ricos. Elemento central era que los países del núcleo se enriquecen a expensas del empobrecimiento de los periféricos. Muchos autores principales de la Teoría de la Dependencia eran latinoamericanos: Raúl Prebish (argentino), Fernando Henrique Cardoso y Celso Furtado (brasileños), y Enzo Faletto y Aníbal Pinto Santacruz (chilenos).
Entre paréntesis, Fernando Henrique Cardoso posteriormente fue presidente de Brasil (1995-2002) y reconoció saber poco de economía cuando escribió con Enzo Faletto “Dependencia y Desarrollo en América Latina”.
La Teoría de la Dependencia comparte muchos temas con la teoría marxista, y “Dependencia” se convirtió en grito de batalla de la izquierda en América Latina. Los intelectuales y políticos latinoamericanos resultaron “coleccionistas de heridas” de todos los errores sociales, reclamos, injusticias y tratamientos injustos que atribuyen a las corporaciones americanas. Para ellos, el desarrollo latinoamericano fue víctima de la codicia de éstas.
De la mano con “Dependencia”, entre los 1960s y 1980s la maligna ideología de la Teología de la Liberación se entrelazó al dogma marxista, y promovida intensamente por Cuba comunista y la Unión Soviética ejecutó sangrientas “guerras de liberación nacional” en Latinoamérica. La Teoría comenzó como movimiento dentro de la Iglesia Católica latinoamericana. Su iconografía frecuentemente incluía un Jesús guerrillero con un arma soviética.
El origen del modelo latinoamericano de Teología de la Liberación se acredita al sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez. En 1971 Gutiérrez publicó “Una Teología de la Liberación”, uno de los libros definitorios del movimiento. Para Gutiérrez la pobreza es resultado de la dependencia a los países desarrollados y estructuras sociales injustas. Los autores de la Teología de la Liberación también se convirtieron en “coleccionistas de heridas” de todos los males presumiblemente infligidos a la región por Estados Unidos. Irónicamente, Gutiérrez llegó a ocupar una prestigiosa cátedra en la Universidad de Notre Dame en Estados Unidos.
Durante décadas Estados Unidos ha intentado infructuosamente redefinir su relación político-económica con Latinoamérica, fundamentalmente mediante la Alianza para el Progreso del Presidente John F Kennedy, y la Iniciativa para la Cuenca del Caribe, del Presidente Ronald Reagan. Ambas resultaron inefectivas.
Un subproducto de la recolección de heridas en Latinoamérica es que la región ha desarrollado un concepto de víctima expresado en el desprecio al sector privado de la economía y particularmente a las muy necesitadas inversiones americanas.
Pero la actual economía global está alterando antiguos paradigmas de desarrollo, y mucho puede lograrse con muy poco. Consideremos: “Uber, la mayor compañía de taxis del mundo, no posee vehículos. Facebook, el más popular dueño de medios, no imprime documentos. Alibaba, el detallista más acaudalado, no tiene inventario. Y Airbnb, el mayor proveedor de alojamiento, no posee inmuebles” (Tom Goodwin en TechCrunch.com).
Para ser económicamente exitosa Latinoamericana necesita dejar de recolectar heridas reales o imaginadas y acabar de entender lo que hace crecer la economía.