Luis Cino
Jun 1, 2021 | 6:40 PM
Ahora que salió del secuestro de la Seguridad del Estado es cuando Luis Manuel Otero Alcántara se tiene que cuidar más. No se trata solo de su salud física y mental, en la que probablemente quedarán huellas, algunas irreversibles. Los represores no dejarán de vigilarlo, de seguirle los pasos, de manipular a parientes y vecinos para que actúen, conscientemente o no, contra él.
Si no cede a los chantajes, tratarán de volverlo a encerrar. Porque deben estar preparando el modo de tener un pretexto para, sin que haya demasiado escándalo internacional, juzgarlo y encarcelarlo. Para eso, seguirán buscando motivos para desacreditarlo. Y el artista, con su irreverencia, su apasionamiento y su ingenuidad, no debe servirles en bandeja esos motivos al periódico Granma, Cubadebate y a Humberto López, el leguleyo que sirve de vocero de la Seguridad del Estado en el NTV.
Contra Otero Alcántara, desde que inició la lucha contra el Decreto 349, los medios oficialistas han utilizado su excesivamente chocante irreverencia en la desnudez y la utilización de la bandera nacional para sus performances, en un país donde la bandera –y también las nalgas- son sacralizadas.
Los prepotentes y paranoicos mandamases, que ven a todo el que disiente como un enemigo, se niegan a aceptar que Luis Manuel Otero es un artista. Para ellos, es “un negro gusano, marginal y revoltoso”, ideal para dar un escarmiento.
Luis Manuel Otero, ahora, más que nunca, debe cuidar lo que dice y lo que hace. No dejarse llevar por sus impulsos, no dejarse provocar. Y no pretender dar palos en balde y a ciegas. Debe tener claro, cada vez que dé un paso, hacia dónde se dirige.
Enfrentarse a una dictadura no es un performance. No basta “estar puesto”. Si Luis Manuel Otero, Maykel Osorbo y demás del Movimiento San Isidro decidieron ir más allá de la lucha por la libertad de creación artística, si eligieron estar en la oposición a la dictadura, tienen que madurar políticamente y calcular los costos y consecuencias de cada uno de sus actos y sus declaraciones. Si no lo hacen, pueden acabar vistiendo un ropaje que les quede varias tallas grande y que sirva al régimen para ridiculizarlos y ponerlos en entredicho. Y lo que es peor, para ponerlos a chocar con otros opositores.
Luis Manuel Otero debe cuidarse de cómo reacciona ante las críticas de ciertos opositores demasiado suspicaces, y como hay de todo en la viña del Señor, de algún que otro desaprensivo que se sienta defraudado porque se quedó con las ganas de tener otro mártir para la causa de la libertad.
Son desafíos grandes, tal vez demasiado grandes, para alguien que, aunque tenga talento artístico y valentía de sobra, no deja de ser un muchacho de un barrio humilde para el que la vida nunca ha sido fácil. Esperemos que Luis Manuel Otero, advertido de la responsabilidad que ha asumido con su pueblo, sepa enfrentar y vencer esos desafíos.
Cortesía Cubanet