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Por la periodista ciudadana Silvia Alonso
May 27, 2023 | 12:50 PM
A causa del manejo desproporcionado y abusivo de los precios de los productos de primera necesidad por parte de las autoridades, una inquietud popular se impone hoy en la realidad cubana: ¿hasta qué punto el mercado negro es ilegal o será lugar de aprendizaje o clínica para el régimen?
Esta intranquilidad ciudadana tiene su base en el hecho de que todo indica que las autoridades fijan precios a los productos que vende a la población, a partir de los que ya tiene el mercado informal.
Claramente, hay una correspondencia más que demostrada; lo mismo con el ají que con el tomate, por solo citar dos productos de estación vigente. Pero, igual pasa con los artículos industriales, dígase una cama o silla.
Es como si en esta pesquería de río revuelto todos apostaran contra el ciudadano común; ese que no tiene dónde caerse muerto y que no da crédito al ver cómo ambos extremos sintonizan para desplumarlo.
Pero hay un detalle: a un bando lo tildan de delincuentes y abusadores y el otro extremo se autodefine honesto. Sólo que el lado que se define puro es tan delincuente como el otro, de ser esa la clasificación.
Basta decir que no hay reunión de la dirigencia comunista, muchas de ellas trasmitidas por televisión, donde no se haga énfasis en la cruzada a muerte contra los especuladores del mercado negro; esto es repetitivo.
De inmediato, y por su propio peso, llegan las incongruencias a partir de cada uno de estos llamados, que lejos de engañar, ponen al descubierto de nuevo la naturaleza diabólica del régimen. Primero, ¿quién es más bandolero?, aquel que sin tapujos fija precios según la ley natural tan antigua como la humanidad, de oferta y demanda, o quien oculta su perfil de lobo bajo piel de oveja.
Segundo, quién es el responsable de que en cuestión de días los precios de los productos de primera necesidad se hayan disparado, sino es aquel que metió la pata con la erróneamente llamada Tarea Ordenamiento; cuando no se contaba con un mínimo de ofertas para estabilizar el mercado.
Tercero, si tan preocupada está la dictadura en bajar precios, por qué no comienzan por ellos mismo en lugar de competir con los “bandoleros” del mercado negro. Una vez más, se demuestra la falsedad de la palabrería barata de la junta militar: siempre culpan a otros de sus desaciertos.
Algo similar sucede con el socorrido bloqueo imperialista, para tapar faltas. No es secreto que hoy la mesa del cubano no estuviera tan sufrida si lo poco que comercializan las autoridades antes no pasara por el filtro del mercado negro, la clínica favorita del régimen.
⁕Aunque la palabra clínica como demostración de saberes en arte, deporte u oficio –de modo informal– no está incluida en la definición del término que hace la Real Academia Española, en la actualidad tiene amplio uso en este sentido; o lo que es igual, se acepta como modismo (palabra de moda).
Publicado originalmente en la edición 213 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Amanecer Habanero.