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Por la periodista ciudadana Yaquelín Herrera
Jan 10, 2025 | 2:00 PM
Las celebraciones suelen tener un motivo de alegría, como es el caso de las Navidades y el Fin de Año, dos fechas que en cualquier parte del mundo se viven con regocijo, música, regalos, risas y bebidas compartidas. Sin embargo, este no es el caso de Cuba.
Estas Navidades serán recordadas como unas de las más tristes para los cubanos. En un tiempo en que la alegría debería ser el huésped de honor en cada hogar, otras presencias indeseables han invadido la celebración: la tristeza, la miseria, el dolor y la desesperanza.
Es imposible celebrar cuando miles de hogares cubanos lloran la ausencia forzada de un hijo, un padre, una madre o un cónyuge, presos en las cárceles del régimen o cruelmente asesinados por exigir la libertad de todos los cubanos. Millones de cubanos, de todas las edades, sufren hambre y no tienen cómo llevar a sus mesas la esperada cena de Navidad y Fin de Año. Tampoco habrá un motivo esperanzador para celebrar el nuevo año que está a las puertas, porque no hay esperanzas en el corazón del cubano.
Las sirenas del oficialismo no brindan una buena noticia, solo tragedias y calamidades. Vivimos en un país donde hay poco que celebrar y sí mucho por condenar y cambiar. Cuando llegue la noche del 24 de diciembre y el día 31, no habrá cena en muchos hogares y en otros habrá sillas vacías de seres que están ausentes, algunos de ellos para siempre.
Cada cubano digno tendrá que tomar parte del cambio que debe suceder de manera obligada. Los tiempos de brazos cruzados, miedo y tolerancia al abuso y el despojo, no pueden continúa, para que podamos celebrar el próximo año unas navidades y fin de año con total felicidad.
Publicado originalmente en la edición 195 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano