La dictadura cubana no deja de presumir de su sistema educativo, en el cual cada año se forjan miles de maestros capacitados para asumir tan difícil tarea; sin embargo, la realidad es muy diferente. Puede ser que sí se forjen muchos maestros en las escuelas pedagógicas, pero son los últimos del escalafón, los que menor promedio obtuvieron en las pruebas de ingreso, por tanto, no podían aspirar a más nada.

Los varones toman esta opción como una forma de pasar solo un año de servicio militar. Esos que no sienten amor por la profesión, que no tienen la preparación y mucho menos el interés de enseñar son los que hoy bochornosamente vemos en las aulas con el celular en las manos conectados a Internet, mal vestidos, gritando groserías y en muchísimas ocasiones fajados a los golpes con los propios estudiantes, o los que llevan pacotillas para vender en los pasillos o están a la espera del día del maestro para recoger su regalo por lo que fácilmente se puede deducir que el respeto ya se acabó en las aulas.

Muchos de los estudiantes de hoy no saben nada, se le echa la culpa a los problemas que trajo consigo la pandemia de la Covid-19 pero no, el problema es que los maestros no tienen interés y en muchas ocasiones no tienen conocimientos para brindar. Tienen faltas de ortografía, no saben expresarse acorde al lugar en el que están y son sobornables cuando llega el período de exámenes. Este tipo de maestros son los que no duran ni un año ejerciendo la labor, enseguida piden la baja del sistema educativo. ¿Pero, cuál es el motivo por el que este sistema se ha devaluado tanto?

Muy fácil, la propia dictadura se ha encargado de que sea así, la remuneración que reciben los maestros por pasarse un mes entero en un aula no les alcanza para pasar ni quince días. La situación económica se agrava y los maestros no pueden pasarse ni siquiera unas vacaciones en un hotel. El régimen reconoce bastante poco esta difícil tarea.

Publicado originalmente en la edición 252 del medio de comunicación comunitario del ICLEP,  Panorama Pinareño