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Por por el periodista ciudadano Pedro Luis Hernández
Nov 25, 2024 | 2:10 PM
El conocido político y estratega militar Napoleón Bonaparte expresó en una ocasión: "Solo se puede gobernar un pueblo ofreciéndole un porvenir. Un jefe es un vendedor de esperanzas". Esta reflexión tiene un sentido verdadero cuando las promesas de un futuro o porvenir llegan a convertirse en realidad y no solo llegan a ser palabras huecas y simples promesas de políticos que tratan de mantenerse en el poder, engañando a un pueblo todos los días, como es el caso de Cuba.
Durante décadas la dictadura cubana ha tratado de ganarse el respaldo del pueblo ofreciendo promesas y migajas en las más diversas formas. Discursos políticos cargados de promesas de mejoras y cambios son la estrategia de control político del sistema, buscando mantener en la servidumbre, como perros falderos a millones de cubanos. Una mirada a las décadas del 60,70 y 80, muestran a un régimen populista prometiendo al pueblo carente y necesitado un futuro digno que nunca ha sido una realidad.
Los cubanos que nacieron con la llamada revolución, fueron las primeras víctimas del engaño y les ha tocado experimentar en carne propia la verdadera naturaleza y esencia humillante del comunismo. Estos cubanos han vivido los difíciles días de los años 70, cuando no había alimentos en el país y la inflación crecía por días, cuando las madres desesperadas cocinaban espaguetis como arroz, después vivieron los duros años del periodo especial a finales de los ochenta, etapa de largas jornadas sin corriente y escasez total de alimentos y porúltimo estos cinco años que nos han tocado vivir, marcados por el hambre, la inflación, la falta de corriente, medicinas y carencias de todo tipo.
Como suelen decir muchos, no ha escampado la miseria en este país desde el 59. El sistema político cubano ha mantenido la demagogia y las promesas como los verdaderos pilares que sostienen su endeble y carcomida existencia. Los mismos gobernantes que prometieron durante décadas al pueblo quitarles los bienes a los ricos para entregarlo a los pobres, hoy mantiene a esos pobres en una total miseria y ellos se han convertido en los nuevos ricos.
Tal realidad, no resulta un secreto para nadie, excepto para quienes servilmente pretenden ser cómplices. Ya muy pocos cubanos simpatizan o creen en las palabras engañosas de los gobernantes de la isla, porque la realidad que se vive dice algo muy diferente. Hay quien dijo y con toda claridad que se puede engañar un pueblo unos días, pero no toda la vida.
Sesenta y cinco años de mentiras, manipulaciones, migajas y engaños son suficientes. No es permitido hoy sucumbir ante la manipulación, es el momento de exigir a quienes gobiernan el ejercicio de una política que garantice una verdadera dignidad humana y libertad total.
Publicado originalmente en la edición 192 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano