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Por la periodista ciudadana Silvia Alonso Urrutia
Sep 26, 2024 | 2:00 PM
Una vez más, se cumple aquello del refrán que para abajo todos los santos empujan. El régimen siempre ávido de justificaciones para su incapacidad, que lo mismo le sirve el bloqueo yanqui que una calamidad natural, se ha puesto tal fatal este año, tan de mala suerte, que en avanzada temporada ciclónica no llega ni un cicloncito para refrescar al imperio.
Se trata de que cuando estamos en medio de un desastre natural, que lo mandan desde arriba, no hay a quién culpar; y la gente como quien no quiere las cosas, o no muy bien convencido, amaina las críticas a las autoridades. Entonces, de modo natural, en el subconsciente asoma: bueno de esta situación no se puede culpar al comunismo.
¿Qué viene después? Rauda y veloz la prensa oficialista lanza las 25 horas de las 24 que tiene el día a mostrar los esfuerzos de los dirigentes locales en salvar vidas humanas; hacinando en escuelas a cuanto desaliñado se comerá el picadillo de soya que no llegará al resto de las bodegas del país durante meses, por cuestiones humanitarias.
En casa, lejos de la zona del desastre, los que se irán a la cama con el estómago maltrecho se tragarán de malagana el cuento, mejor dicho, la narrativa de la propaganda, con los labios atados por la cuestión del ciclón. Y la dictadura abanicará el tema del bloque del imperio, que ya a ningún cubano ni le va ni le viene.
Luego vendrán las donaciones desde el exterior, aquellos chispazos de esperanzas cubierto por mucha prensa oficialista: el barco con arroz de China o Vietnam, las sardinas de Venezuela, los espaguetis de México o el paquetico de azúcar del Polo Norte, incluso más blanca que el panorama de aquel paraje, porque aquí no se produce. Solo que, pasado 10 años del evento meteorológico, lo que ayer fue viral, las preocupaciones del régimen por los descamisados, mañana todavía tendrá el techo de los desaliñados, lo que el viento se llevó, en el piso. Es entonces cuando vuelve el bloqueo yanqui a retomar el trono. Otra fuera la historia con economía libre y próspera.
Con las reservas que suele tener cada país para eventualidades climáticas u otros desastres enviados desde arriba, la Isla no precisaría a lo que el régimen nos tiene acostumbrados: vivir de la caridad internacional. Y de verdad que la dictadura se ha puesto fatal este año, tendrá que bailar toda la temporada ciclónica con la misma jeva: la del Norte.
Pocos son los conatos de rebeldía, que recordemos, a causa de la miseria arrastrada por un desastre natural. Lo cual permite a las autoridades ganar tiempo. Pero, como van las cosas, ya en septiembre, este año el asunto pinta diferente: las tormentas se van por arriba o por abajo.
La última Coca Cola del desierto para saciar la sed de justificaciones se empecina en dejar mal parada a la junta militar, que mal gobierna a una tierra que de por siempre fue bendecida. Todo parece indicar que este 2024 el imperio y los ciclones no bailarán el mismo guaguancó en Cuba. Justificaciones para el desastre, nos vamos con el bloqueo yanqui, algo que le entra por un oído y le sale por el otro, sin pausas, a los cubanos, hasta que la soga reviente por algún lugar, sea en Santiago de Cuba o en La Habana.
Publicado originalmente en la edición 245 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Amanecer Habanero