Humberto López, vocero del oficialismo (Captura de pantalla)
Jun 2, 2021 | 12:15 AM
Publicado originalmente en la edición 166 del medio de comunicación comunitario del ICLEP Amanecer Habanero
Un usurpador de funciones que toca campanas
Por el periodista ciudadano Carlos Fumero
La campana oficial, Humberto López, el sujeto encargado por el régimen para mover la hora verde olivo en la isla, aquel que dicta por dónde van los miedos de Cuba, arrastra un origen dudoso como periodista. Y dicta los miedos porque no hay duda de que más que amedrentar a Luis Manuel Otero Alcántara o Denis Solís el disparo del régimen va dirigido al pueblo, que no cesa de protestar a cuanto lugar va y en cuanta cola se enreda. López, el compañero increíble, cuya triste función a cargo de los sonidos de la junta militar es difamar, que se sepa, no es graduado de periodismo en ninguna de las universidades cubanas. Y eso es un delito, cada vez que agarra el micrófono. De eso acusan a los periodistas independientes.
Humberto se graduó como abogado en el programa de universalización de la enseñanza superior a los 168 municipios, en que se encuentra dividida la isla bajo criterios administrativos. Realizó sus estudios en la sede universitaria del municipio matancero Los Arabos cuando trabajaba como locutor en la emisora Radio Llanura de Colón, territorio del cual es oriundo. Aunque de madre nacida en Colón y padre arabense, todavía es misterio la opción de estudiar abogacía en Los Arabos si él residía en Colón y allí también existía la carrera. Algún día se sabrá.
Dicen profesores arabenses que llegó cabizbajo y con el sombrerito bajo el brazo, el típico guajirito, todo humildad. Se sentaba en el primer pupitre y jamás dijo palabra de más. Nunca nadie imaginó, ni en horario de merienda, de la lengua que se gastaba. Parece que la tenía escondida; o tenía escondido que cuando inició carrera en Los Arabos no podía ser porque ya era graduado de algo y violó la ley. Alguna trampa rodea a este virtuoso de la moral.
Amparados en el beneficio de la duda salta una pregunta: ¿quizás se graduó de periodista en algún sitio desconocido por los cubanos o puede ser el caso de alguna universidad ultrasecreta? Resumiendo, es un enigma. Solo que para una función tan alta como la de denigrar a personas que solo disienten de la postura oficial, los denigrados, y el pueblo, deben saber. Si a usted lo tildan de pordiosero tiene derecho a saber sobre la autoridad del acusador para acusar. Puede que quien lo acuse sea más pordiosero que usted. Un derecho que viene en el paquete de los que van a consumir la metralla que sale de la boca de este sujeto.
Señores, a cuántos periodistas independientes en este país no se ha acusado por el delito de usurpación de funciones públicas; donde los interrogatorios de la policía política comienzan con la pregunta: ¿en cuál universidad cubana tú cursaste estudio de periodismo? Porque tiene que ser cubana. Entonces, surge una duda; ¿Humberto López no estará cometiendo un delito? En este caso, no estará usurpando funciones públicas. ¿Por qué, la policía política no lo llama a interrogatorio? A pie de constitución, todos los cubanos somos iguales. Aquí hay gato encerrado. Pero, hay otra cosa: si ya era periodista cuando comenzó para abogado en Los Arabos violó la ley –hizo trampa– por la cual se regía este nuevo programa de estudios de la revolución. Hizo trampas a la revolución.
Todo este ramillete de dudas ha surgido después que el martes 27 de abril, 8:30 de la noche, en el noticiero nacional de la televisión cubana, se informara que a raíz de las celebraciones por el 1ero. de mayo se entregaba la distinción Proeza Laboral a cuatro periodistas. A Talía, Abdiel Bermúdez, Lázaro Alonso y a Humberto López. “Aquí hay uno colao”, repetía la gente. No se está diciendo que no se haya graduado de periodista, el asunto radica en la duda. Nadie sabe dónde. Que muestre las credenciales en el programa, porque ya la duda tiene carácter de universal. Antes de difamar, en el mismo programa, que saque los papeles de periodista o que devuelva los de abogado.
La cuestión es muy simple: mientras el régimen continúe adecuando leyes y constitución a su antojo nunca tendrá la autoridad moral para un mínimo de credibilidad. De ahí, que cualquier cosa que provengan del poder impuesto en Cuba siempre se reciba con reservas, tanto dentro como fuera del país. Tienen un historial y el hábito hace al monje. No hay otro ejemplo, reciente, de doble moral que abarque tanto territorio nacional que el caso de López. La televisión tiene ese poder. Y la televisión en Cuba no es privada es de todo el pueblo. La gente tiene derecho a sacar del canal a quien esté colao. Es inadmisible que un real usurpador de funciones públicas o un tramposo de carreras esté tocando campanas al margen de la ley.