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Por el periodista ciudadano Leinier Álvarez García
Dec 5, 2024 | 10:00 AM
En ocasiones, los humanos creemos tenerlo todo bajo control en nuestra cabeza, o creíamos en algún momento pensamiento cerrado, creencia infinita, porque era lo que nos inculcaban: el comunismo es para allá, y avanzando; y todo lo que tocaría lo convertiría en oro, ¡qué tiempos aquellos! Solo, que el deporte revolucionario, uno de los logros de la Revolución, lejos de lo que hoy piensan muchos continúa siendo muestra de sentimiento de país. En otras palabras, hoy el deporte es rostro de Cuba, pese a su descalabro.
¿Quién no sintió orgullo en esta Isla con la etiqueta deportiva del régimen “defender las cuatro letras, Cuba”? Era como tomarse una infusión de nueva era, de futuro luminoso para la humanidad, tan solo con ser partícipe de una victoria deportiva cubana desde un butacón de choza humilde. Aquello se vivía con euforia en los hogares, mientras el régimen vociferaba su logro a los cuatro vientos, y cuidado con esparramarse por allá fuera, el deportista que desertaba era considero por la gente como el más vil de los traidores.
Pero, qué tenemos hoy. Quien escapa de un equipo nacional o por su medio, quizás en travesía de fronteras, ya no es visto como un traidor, sino como alguien que se ganó la lotería. Así se vive en los pueblos, donde la gente no se cansa de alabar al fugitivo.
¡Qué cambio de señales que a través del deporte dice mucho de un país! Y cuánto orgullo cuando los escurridizos atesoran logros deportivos en otros lares, lejos de la maquinaria propagandística de la dictadura. Esta semana tenemos el caso del ajedrecista Leinier Domínguez.
Cuánta alegría en los barrios cubanos por su segundo lugar en el Campeonato Nacional de Ajedrez de Estado Unidos, un joven que escapó de la Isla como se dice con una mano atrás y otra delante, pues ni con Internet estable, además de costosa, contaba para su entrenamiento, como en una ocasión declaró a la prensa nacional todavía estando en Cuba.
El oriundo de Güines, Gran Maestro en la disciplina de los trebejos, con Elo de 2741, hoy nacionalizado estadounidense, concluyó en la segunda plaza con un acumulado de 5.5 puntos de 10 posibles, empatado con otros cinco jugadores de altísima calidad. Pero ahí estaba el de Cuba, el que escapó de las garras de la metralla y propaganda comunista. Aquel que un día fue blandido por el régimen como vitrina de un poder espurio.
No obstante, no solo Leinier o el ídolo de Güines, como también se le conoce, alegró al de a pie, sino que en el mismo evento, pero en la parte femenina, la cubana igualmente nacionalizada estadounidense Thalía Cervantes alcanzó la quinta posición compartida con otras dos jugadoras. La nacida aquí cerró su participación con acumulado de 5.5 puntos. Para cerrar, solo señalar lo que hoy es titular en medios internacionales: “Suman seis los prospectos cubanos que han abandonado la Isla en lo que va de semana”.
Lanzadores, en este caso de béisbol, con somatotipo y velocidad que cautiva al más reacio de los scouts. No escampa. Esos muchachos eran el futuro, lo mejor que quedaba en el patio. Todos eran talentos escogidos por la Federación Nacional cubana.
Ahora, adónde íbamos cuando iniciamos este diálogo con nuestra gente de barrio, la estampida de deportista, las señales de esa gota constante de agua, es otra muestra de que el deporte revolucionario ha sumado pixeles al rostro de la Cuba de hoy. La decadencia del país bajo dominación comunista asoma desde cualquier arista social.
Publicado originalmente en la edición 228 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Majadero de Artemisa