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Por el periodista ciudadano Rubén Batista
Dec 25, 2025 | 10:30 AM
Hay conmemoraciones que no pueden pasarse por alto, aun cuando no se celebren con el gozo y la alegría que merecen. Una de ellas es, sin duda, el Día Internacional de los Derechos Humanos, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, con la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Este documento, compuesto por 30 artículos, establece los derechos fundamentales inherentes a todo ser humano, independientemente de su origen, y que los Estados están obligados a respetar y garantizar.
Eleanor Roosevelt, una de las principales impulsoras de esta Declaración, afirmó: “Los derechos humanos son como un escudo que protege a todos, independientemente de su origen o creencias”. Sin embargo, esta afirmación dista mucho de hacerse realidad en Cuba, donde esta fecha tan significativa no convoca a la celebración, sino al dolor de constatar, una vez más, la existencia de un régimen totalitario que viola de manera sistemática la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Desde distintos escenarios internacionales y a través de organizaciones comprometidas con la defensa de los derechos humanos —como Prisoners Defenders, Amnistía Internacional, el Observatorio Cubano de Derechos Humanos y el Instituto Cubano por la Libertad de Expresión y Prensa (ICLEP), entre otras— se documentan y denuncian de forma constante las violaciones de derechos fundamentales cometidas por el Estado cubano.
En las cárceles de la Isla, más de mil cubanos permanecen privados de libertad en condiciones inhumanas y bajo un régimen penitenciario abusivo, únicamente por participar en protestas pacíficas contra la dictadura o ejercer su derecho a expresar libremente sus ideas. Se trata de ciudadanos sometidos a humillantes vejaciones y maltratos, recluidos en celdas que carecen de las mínimas condiciones higiénicas, expuestos de forma constante a torturas físicas y psicológicas, con una alimentación insuficiente y, en muchos casos, privados de la atención médica necesaria. Estas prácticas han provocado incluso la muerte de varios prisioneros.
La situación del resto de la población cubana tampoco resulta alentadora en materia de derechos humanos. Los ciudadanos viven bajo la permanente restricción y penalización de libertades fundamentales como la de reunión y asociación. Las manifestaciones públicas pacíficas —un derecho reconocido universalmente— son criminalizadas por el régimen, y quienes participan en ellas son sometidos a procesos judiciales amañados y condenados a penas de prisión por tribunales carentes de independencia.
El escenario actual de la Isla, en lo que respecta a los derechos humanos, dista enormemente de la realidad que la mayoría de los cubanos anhela. Aún queda un largo camino por recorrer, que exige voluntad, unidad y compromiso cívico con el objetivo de hacer valer aquellos derechos que dignifican al ser humano y le garantizan su verdadera libertad. En una fecha como esta, solo queda reafirmar el compromiso político y ciudadano de continuar luchando hasta que cada cubano pueda ejercer plenamente los derechos que le son inherentes como ser humano y que hoy continúan siendo ultrajados por el régimen.
Publicado originalmente en la edición 215 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano.