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Por la periodista ciudadana Yaquelín Herrera
Jun 30, 2024 | 10:30 AM
En las últimas semanas el régimen cubano ha lanzado una intensa campaña mediática para instar a los cubanos a trabajar, llegando incluso a intimidar a la población con posibles sanciones por desacato en caso de negarse.
Sin embargo, el trabajo no puede ser impuesto por las autoridades políticas y jurídicas; más bien, es un derecho del ciudadano que se ejerce por necesidad y motivación. Aunque es un deber ético, el régimen cubano yerra al tratar de imponerlo a cada individuo.
El trabajo debe estar motivado tanto material como psicológicamente para el individuo. Para la mayoría de los cubanos, trabajar en un empleo que solo remunere 3500 pesos al mes no resulta motivador, especialmente cuando el costo diario de una alimentación adecuada supera esa cantidad. Desde el punto de vista material esa es la razón por la que muchos jóvenes hoy deciden abandonar el sector estatal y emigrar o emplearse en el sector privado.
Desde el punto de vista psicológico, resulta para muchos algo chocante trabajar bajo la dirección de personas que apenas dominan el trabajo que dirigen y que la mayoría de las veces son puestos en sus cargos no por el conocimiento sino por ser incondicionales del régimen y miembros del Partido Comunista.
Esto es motivo más que suficiente para que muchos profesionales que tienen una adecuada preparación , decidan no trabajar en el sector estatal bajo el liderazgo de directivos incompetentes.
Resulta por tanto absurdo que en el nuevo proyecto de Constitución que el régimen prepara, algunos de sus participantes hablen de la obligatoriedad del trabajo, algo que siempre ha sido y sea un deber y derecho.
Estas ideas solo traerán que los ciudadanos en edad laboral estén forzados, como esclavos a permanecer en un puesto de trabajo estatal, en contra de su voluntad, al estilo de los viejos esclavos de la antigüedad clásica.
Publicado originalmente en la edición 182 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano