Jorge Fernández Era. Foto tomada de su perfil en Facebook.
Por ICLEP
Jun 19, 2025 | 4:00 PM
El periodista y escritor cubano Jorge Fernández Era fue detenido el miércoles 18 de junio durante siete horas, luego de denunciar en redes sociales que era objeto de vigilancia policial en los alrededores de su vivienda y confirmar que realizaría la protesta pacífica que junto a otros académicos e intelectuales en el país llevan a cabo cada día 18 con demandas concretas contra el régimen en la isla.
En la mañana, Fernández Era publicó en su perfil de Facebook una imagen del carro patrullero 448, acompañado de un texto irónico en el que contrastaba el discurso oficial sobre las fuerzas del orden con su experiencia personal: “Ahí está. Hoy me toca el carro patrullero 448. (...) Lástima que desde enero de 2023 yo sienta otra cosa. (...) Cuando me conduzcan y me encierren con enorme sensibilidad en una de sus mazmorras, llevarán sobre sus hombros la tranquilidad de millones por los que unos pocos clamamos derechos (...) El derecho, en fin, a denunciarlos por traicionar una Revolución que no triunfó para que imperara tanta porquería”.
El periodista anunció que intentaría manifestarse, entre las 2:00 y las 3:00 p.m., frente al monumento a José Martí del Parque Central, en La Habana, pero pasado el mediodía, su esposa, Laideliz Herrera Laza, denunció en redes su arresto.
“Hoy a la 1:30 p.m. detuvieron a mi esposo, Jorge Fernández Era, en la esquina de la casa. Me amenazaron con venir a buscarme también si publicaba fotos o videos. Ok. Pero con las palabras basta y el derecho a denunciar lo que le suceda a mi esposo no me lo van a quitar. No acaban de entender que el silencio no es nuestra vocación”, relató en su publicación.
Horas más tarde, el propio Fernández Era confirmó su liberación con un escueto mensaje en Facebook: “Libre tras siete horas de arresto en que me sentí más libre aún”.
En una publicación posterior relató lo sucedido durante su detención arbitraria, cómo lo condujeron con las sirenas de la patrulla puestas y sembrando el terror por las calles hasta la unidad de la policía de Guanabacoa. Uno de los oficiales “ordenó que se me buscara la celda más fea, se me prohibiera comunicarme con mis familiares y se me despojara de mi pomo de agua, el libro que traía y de las insignias que portaba, incluidas dos banderas cubanas, un sello y una manilla confeccionada por Laide”.
Durante la detención no faltaron los enfrentamientos verbales con los represores, los gritos, las ofensas y las amenazas con llevarlo a Villa Marista, cuartel de la Seguridad del Estado, si tienen que volver a arrestarlo. También le levantaron un acta de advertencia que se negó a firmar.
“En el acta de advertencia —que no firmé— había irregularidades. La primera la hice subsanar: se reducía mi nivel de escolaridad a un noveno grado. Más adelante se argumentaba que yo, además de despotricar en mis escritos contra el Gobierno y sus dirigentes más importantes —cosa que hoy día no tiene mayor mérito—, me dirigía mensualmente al Parque Central e incentivaba el desorden público. Le dije bien alto que mentían”, aclaró el periodista en su texto.