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He estado pensando en cosas que dijo san Pablo.

Ilustración (Facebook-Padre Alberto Reyes)

Por el Sacerdote Alberto Reyes

Jun 2, 2023 | 2:05 PM


Suele haber muchos modos de decir lo mismo. Para nosotros es familiar la frase: “Saque usted sus propias conclusiones”. Jesucristo lo decía de otro modo: “El que tenga oídos, que oiga”.

La Biblia es para todos, para que “tengamos vida, y vida abundante”, pero es responsabilidad de cada persona escuchar, acoger, y determinar lo que, en cada momento, Dios le está diciendo. Y yo he estado pensando en cuánto puede iluminar a nuestro pueblo hoy lo que el apóstol Pablo dijo a los Efesios, en los remotos inicios del cristianismo.

“Hermanos –dice san Pablo- en otro tiempo, ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Pórtense como hijos de la luz, con bondad, con justicia y según la verdad, pues estos son los frutos de la luz (…) No tomen parte en las obras de las tinieblas, donde no hay nada que cosechar; al contrario, denúncienlas (…) lo que es denunciado por la luz, se vuelve claro, y lo que se ha aclarado llegará incluso a ser luz”.

Nacemos y crecemos entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas. Ambas serán siempre dos propuestas, dos caminos posibles, pero cada persona decide cómo quiere vivir, si como hijo de la luz o como hijo de las tinieblas. Y esta elección es la base de la propia existencia, porque condiciona el modo en que la persona usará todo lo que decida integrar en su vida: religión, moral, ideologías, tendencias políticas… La fascinación por la luz o por las tinieblas es el tamiz, el filtro, la dirección en la que se canalizará todo lo demás.

Si quieres vivir como hijo de la luz, dice san Pablo, necesitas construir la existencia en torno a tres opciones: el bien, la justicia y la verdad. San Pablo fue un luchador empedernido, por tanto, no se detiene a considerar si optar por el bien, la justicia y la verdad va a ser difícil, o complicado, o peligroso, o va a dar miedo… san Pablo señala el camino. Los obstáculos se enfrentan, y punto, siempre teniendo en cuenta la condición inicial: “si quieres…”

Se puede optar por las tinieblas, pero allí “no hay nada que cosechar”. Puede haber mucho que “conseguir” pero es un camino que te deja sin vida, si gozo verdadero, sin paz profunda. El poder del mal es seductor y puede ser práctico y rentable, pero no es gratuito y, a la corta o la larga, te seca el alma.

Por otra parte, el consejo de Pablo no se reduce a no optar por las obras de las tinieblas sino a denunciarlas de modo abierto y decidido. Para Pablo, el mal debe ser condenado con firmeza, sin justificarlo, sin excusarlo, sin enmascararlo para hacerlo más aceptable.

El simple hecho de llamar a las cosas por su nombre significa ponerlas en evidencia, porque proyecta sobre ellas un rayo de luz que las priva de lo que les confiere protección: la mentira, el silencio, los nombres hermosos pero falsos, que permiten llamar bien al mal y mal al bien.

No optar por la luz es, para san Pablo, permanecer dormido entre los muertos, por eso agrega al final de este texto a los Efesios: “Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y la luz de Cristo brillará sobre ti”.

El que tenga oídos… que oiga.

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