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Deshielo sin ruido, pero por la puerta grande

La tiranía de Díaz Canel y la administración del demócrata Joe Biden protagonizan un segundo deshielo político. Ilustración: Atlántica

Por Javier Prada

Jan 26, 2023 | 9:35 AM


LA HABANA, Cuba. — Hasta los cubanos más despistados han comenzado a preguntarse qué pasará en los próximos meses con tantos acontecimientos sucediéndose, algunos a favor y otros en contra del régimen cubano. Al tiempo que este se niega a pagar una deuda con la justificación improbable de que la misma fue negociada a espaldas de Fidel Castro, Western Union retoma sus operaciones en la Isla y The New York Times ha publicado una nota promocionando a la Isla como destino turístico, elogiando sus playas, sus plantaciones de tabaco, la ¿alegría? de su gente y hasta las protestas, que a partir de ahora también formarán parte de los temas que el turista no debe perder la oportunidad de abordar al tratarse de un hecho épico, único y quizás irrepetible.

Tan satisfactoria ha sido la publicación del diario neoyorquino que el Ministerio del Interior la replicó, porque es grande y vergonzosa la connivencia de la izquierda norteamericana con el órgano represivo que ha llenado las cárceles de presos políticos y desterrado a varios cubanos en los últimos años, sirviéndose para ello de las propias aerolíneas estadounidenses.

Es obvio que lo que importa es el dinero, principalmente el que pueda ser absorbido por el régimen. Hasta ahora no se ha explicado por qué la Western Union no entregará las remesas en efectivo y en dólares, para que cada beneficiario maneje su dinero como le dé la gana; sino que solo ofrece la opción de depositarlas en cuentan ancladas a bancos cubanos, todos controlados por la dictadura. Los nuevos términos de operabilidad de la empresa favorecen principalmente al castrismo, que podrá disponer de un volumen mayor de divisas justo cuando enfrenta al menos dos demandas por no pagar deudas contraídas hace más de veinte años.

Mientras ellos mueven ese dinero como estimen conveniente, los cubanos deben conformarse con comprar lo poco que hay en las tiendas en MLC, cada vez más caro, o vender la moneda libremente convertible en el mercado negro. Acumularla no es recomendable teniendo en cuenta que de la noche a la mañana el régimen podría decretar su fin, como hizo con el CUC, y canjearla a moneda nacional según la tarifa que se le ocurra, ocasionando enormes pérdidas a los ciudadanos.

Mientras cientos de cubanos que no poseen patrimonio ni patrocinador buscan alcanzar en balsa las costas estadounidenses a riesgo de ser regresados, y miles se disponen a invertir en un patrocinador como antes se preparaban para costear la travesía desde Nicaragua, la Casa Blanca hace todo lo posible para resolverle el problema a la dictadura, con el pretexto de ayudar al pueblo.

Del lado de acá, sin embargo, no se observan mejoras económicas ni buena voluntad en las altas esferas. No se contempla una amnistía que beneficie al menos a los presos del 11J que no cometieron “actos vandálicos”, como tampoco se aprecia un crecimiento esperanzador del sector privado fuera de esos negocios “estratégicos” que se hallan en buenos términos con la cúpula.

El éxodo como mecanismo de presión a Washington funcionó una vez más porque no estaba en funciones un presidente radical. De lo contrario la historia hubiera sido otra. Habría bastado una firma para decretar el cierre total de la frontera sur, dejando a López Obrador con un tremendo conflicto que lo habría obligado a cerrar su propia frontera con Guatemala, y así sucesivamente, en un efecto dominó que hubiera forzado a Nicaragua a eliminar, o al menos suspender temporalmente esa lucrativa exención de visa para los cubanos, que tantos millones de dólares aportó a los corruptos regímenes de Daniel Ortega y Miguel Díaz-Canel.

Una sola firma habría bastado para que cada día en Cuba se reeditara el 11J. Pero todo fue muy bien calculado y la Casa Blanca se dejó apabullar. Casi 300 000 cubanos llegados a Estados Unidos, y otros miles desperdigados por el mundo, para que ahora vengan a hablar de parole y que The New York Times insista en presentar a Cuba como el paraíso que demócratas y republicanos saben muy bien que no es.

Tal vez Cuba va camino a la anexión. Tal vez sí es la fruta madura, que ahora rueda hacia las manos del vecino por obra de los inicuos que le arrancaron toda posibilidad de ser verdaderamente independiente y soberana.

Es difícil hallarle una explicación a todo lo que está ocurriendo entre las flexibilizaciones de Washington y el ocultamiento de información por parte del régimen con respecto al litigio que se tramita ante un tribunal de Londres. La parte cubana miente descaradamente a la vez que esconde la identidad de los presuntos culpables que habrían puesto en riesgo la soberanía del país al negociar con “fondos buitre” sin autorización de un gobierno que siempre se ha jactado de saberlo todo.

Hay que ser idiota para creer que unos funcionarios lograron burlar al ojo codicioso del castrismo, como también hay que serlo para tragarse el cuento de que la misteriosa empresa Orbit S.A. ha dejado a los militares fuera del negocio multimillonario al que estaban acostumbrados. Más sensato sería aceptar que Estados Unidos está facilitando la mayor cantidad posible de dólares al régimen cubano para que este pueda liquidar algunas deudas, y respire.

Así las cosas, solo falta quitar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo para que este deshielo, que se ha tramitado sin ruido, siga su curso por la puerta grande.

 

Publicado originalmente en Cubanet.

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