La Habana, Cuba - La periodista oficialista Ania Ortega publicó en su muro de Facebook una crítica a la gestión de los dirigentes del régimen cubano, así como a sus políticas económicas.

“Lo cierto es que urgen soluciones, porque el descontento popular crece, la tristeza es evidente, seguimos cometiendo errores y la decepción e incredulidad deriva en apatía y ésta en revancha social solapada, saboteando silenciosamente los intentos de avanzar”, publicó.

Según la presentadora de televisión, cuando escucha hablar sobre los problemas cotidianos del país, en las reuniones de los grupos de trabajo, siente una rara distancia al referirse al pueblo. “No me parece haber escuchado suficiente la expresión «nosotros» como si «el pueblo» no fuéramos todos”.

Ania Ortega confesó, además, que no podía enajenarse “de lo que más nos golpea y cada vez más duro: los precios del mercado” y lamentó que aunque no haya producción para satisfacer la demanda, “el pueblo no puede seguir siendo apabullado”.

“Las medidas no pueden ser ‘respuestas bonitas’ o ‘inteligentes’ para aliviar o endulzar el oído social y que al día siguiente todo amanezca peor. Perdura lo que el pueblo quiere. Y lo que no, lo rechaza”, afirmó.

La reportera de medios oficiales cubanos criticó a los dirigentes cuando manifestó que “ser creíble lleva una cuota inmensa de ejemplo, que no demuestran quienes tienen aspectos rozagantes y plenos, en un país donde la escasez lastimosa y lacerante nos devuelve un paisaje social de ancianos deambulantes pidiendo limosnas y durmiendo en los portales”.

 “Pegar el oído a la tierra es caminar La Habana y escuchar a su gente, sentir el latido de sus corazones y palpar de cerca sus dolores para que los enfoques, las ideas y las medidas se acerquen un poco más a lo que de verdad este pueblo necesita”, aconsejó.

La periodista advirtió que “tanta gente escribiendo y pensando esto mismo, no puede estar equivocada y mucho menos confundida” y señaló, finalmente, que no pueden permitir que por culpa de sus mismos errores se pierda la revolución, “que no se gana, ni se levanta, ni se va a salvar con discursos románticos”.