Hay quien dice en tono sarcástico que si Cristóbal Colón llegara a Cuba y viera la realidad de la isla de seguro no desembarcaría y regresaría rápido a España. Suena chistoso pero muestra una impresión real de lo que se vive en el terruño. Con más de 14 horas diarias de apagones, que hacen insoportable la vida diaria, una creciente inflación que limita las posibilidades y asfixia a la población y una crisis alimentaria que deja pocas opciones para sobrevivir, porque es poco a lo que puede acceder el cubano de a pie, unido todo ello a un régimen político que viola todas las libertades y derechos de sus ciudadanos, la existencia es insoportable.

Aquellos viejos ideales de que Cuba era el país más tranquilo del mundo para vivir, se fueron a bolina, como se dice en buen cubano. Los índices de violencia en la isla son alarmantes, cada día se despiertan los cubanos conociendo de un horrendo crimen o de personas desaparecidas, muchos de los cuales luego aparecen muertos en cualquier lugar. La repetida imagen que por años nos hicieron ver es un engaño total. Promesas son las únicas palabras que conoce el régimen, y promesas engañosas que van cada día haciendo más absurdo, ridículo y obsoleto al sistema, un sistema en el que muy pocos creen.

La única realidad que se vive hoy es que sus hijos, desesperados, huyen de la isla, muchos perdiendo la vida en el intento. La única esperanza que hoy tienen sus jóvenes es poder salir del país en busca del sueño americano. Cuba se ha convertido en el verdugo que mata los sueños de millones de sus hijos. La esperanza no existe, solo vivir como zombis, si la suerte no ayuda. Gobernada por un régimen político que no garantiza una vida digna y justa, que se aprovecha y vive a expensas del sudor de sus hijos, no hay muchas garantía.

Publicado originalmente en la edición 188 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano