Protesta del 11 de julio de 2021 frente al Capitolio de La Habana. (Archivo)
Por el politólogo Julio M. Shiling
Jul 11, 2023 | 11:39 AM
Hannah Arendt sostenía que el modo totalitario de ejercer el poder estaba estructurado para reducir a los seres humanos a objetos. Esto no era solamente un efecto del modelo operativo no democrático. Era una necesidad metódica para maximizar el control y restringir la acción política contra él. En Los orígenes del totalitarismo (1951), Arendt equiparó la espontaneidad con la libertad. Una vez que un régimen consigue aplastar la actividad popular espontánea, los seres humanos, al convertirse en entidades atomizadas, se deshumanizan y sirven al poder político como herramientas. Desde un punto de vista práctico, una vez que la acción política recupera la capacidad de actuar espontáneamente en público, el régimen totalitario está en apuros.
El Levantamiento Popular del 11 de Julio (11J) de 2021 marcó un antes y un después para la dictadura comunista en Cuba. Es cierto que la oposición al comunismo cubano ha sido un fenómeno continuo. Desde 1959 hasta hoy, los cubanos han trazado incesantemente caminos de liberación, tanto por medios violentos como no violentos. Miles han muerto y cientos de miles han cumplido penas de prisión luchando por la libertad de Cuba. Sin embargo, el régimen castrista nunca se había enfrentado a manifestaciones populares masivas, de un punto a otro del archipiélago cubano, como aquel accidentado domingo de pleno verano de 2021.
Al castrocomunismo le pilló completamente desprevenido. Más de setenta y dos localidades de Cuba fueron testigos de reclamos populares por el fin del socialismo y la tiranía. El motor dialéctico marxista de la historia se había desviado repentinamente del guion leninista. Esto reveló dos hechos importantes. Uno, el pueblo cubano, a pesar de haber sufrido más de seis décadas de inculcación de la contracultura comunista, pedía decididamente un cambio sistémico profundamente arraigado. En otras palabras, no más comunismo dirigido por un clan oligárquico. Esto significaba que la propaganda marxista e impía no era rival para las verdades universales y los principios que suscriben un orden trascendental. El pueblo cubano estaba ejerciendo sus derechos naturales y apelando a la moral preeminente de la ley natural.
El segundo aspecto seminal del 11J fue la afirmación de que el castrismo es vulnerable. Los regímenes totalitarios dependen de su capacidad para racionalizar la previsibilidad del comportamiento social. Las manifestaciones públicas, insistiendo en que el problema es político y no meramente económico, señalan un colapso de la capacidad del comunismo cubano para subyugar la espontaneidad popular. La capacidad del régimen para sofocar la oposición política en el ámbito público fue totalmente derrotada el 11J.
Las revoluciones y los procesos históricos nunca se producen en vacíos aislados. Suelen ser el producto de una mezcla de componentes. Los factores internacionales, los conspiradores del régimen, las crisis y la depravación de los recursos financieros son solo algunas de las partes que conforman un derrocamiento total del gobierno. En todos los elementos mencionados, la imponderabilidad de ciertos acontecimientos ofrece un apoyo causal seminal a la conformación histórica. Suele haber sucesos imprevistos y aparentemente sin importancia que los historiadores pasan por alto o consideran intrascendentes. Es un error minimizar la importancia de la espontaneidad en las luchas por la libertad.
Ninguna figura u organización lideró o coordinó las protestas masivas del 11J. Su éxito se debió probablemente al alto grado de descentralización organizativa y a la informalidad. Se pueden sacar conclusiones, por ejemplo, de que las más de dos docenas de muertes repentinas de funcionarios de alto nivel vinculados al aparato militar y de policía política, fueron acciones preventivas que intuían una potencial revolución palaciega. Es posible que el régimen castrista haya escapado a su caída en 2021. Sin embargo, la belleza de los actos imponderables es que escapan al radar totalitario.
El 11J sirvió para recordar al pueblo cubano que posee el poder de influir en la historia. El poder que ejercieron aquel glorioso día expurgó las vicisitudes de una sociedad atomizada. La noción del poder para el pueblo demostró ser real. Hoy, más de mil valientes cubanos languidecen en gulags porque derrotaron los esquemas de control deshumanizador del comunismo y exigieron ser libres. No solamente están escribiendo la historia. Desencadenarán más imponderables, que desencadenarán otras acciones. El comunismo cubano no siempre sobrevivirá a estas cruzadas de liberación.