La Habana, Cuba, (ICLEP). Ángel Belarmino Paredes vive en La Lisa y ha escogido un oficio peculiar: llenar fosforeras a domicilio. Por la calle va pregonando no solo el llenado sino también el cambio de piedras, rondanas, el mantenimiento. Mientras rellena una fosforera de un cliente, explica a Amanecer Habanero detalles de este trabajo que ha escogido.

“Ahora todo es fosforera. Una nueva cuesta 250 pesos, el gas cuesta 50 y la piedra 20. También doy mantenimiento a rondanas, cambio muelles y otros accesorios de las fosforeras”, compartió Belarmino Paredes.

Mientras que en otros países las fosforeras se desechan cuando se les acaba el gas, en Cuba se eternizan.

“He visto fosforeras viejas, sobre todo las Clipper, que tienen más de 20 años de uso y la gente las cuida y siguen ahí echando chispas. Cuando se le daña un elemento se le cambia, eso las mantiene vivas”, contó el mecánico de fosforeras.

Mientras daba detalles sobre su oficio, una vecina le trae a Ángel seis fosforeras, cada una con un mecanismo diferente de llenado. Para cada tipo de fosforera el mecánico tiene su elemento.

“Yo hago de todo. Soy un somatón de fosforeras”, expresó Ángel mientras continúa por la calle anunciando su servicio, de la tan necesaria llama que enciende las cocinas cubanas.

Publicado originalmente en la edición 264 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, Amanecer Habanero.