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Una triste historia que muchos no pueden contar

Martha E. Rosales

Mar 24, 2021 | 5:00 AM


Publicado originalmente en la edición 94 del medio de comunicación comunitario del ICLEP Cimarrón de Mayabeque

Una triste historia que muchos no pueden contar

Por la periodista ciudadana Martha E. Rosales

Esta historia no comienza con “erase una vez” ni termina con “y vivieron felices para siempre”, esta historia es de dolor, pérdida y sufrimiento, de decenas de miles de cubanos que buscando su sueño de libertad no han podido llegar al final del cuento.

Todo el mundo sabe de quien es la culpa de la necesidad imperante de los cubanos por abandonar su isla, por dejar atrás su familia y sus sueños y poner en riesgo sus vidas tanto por mar, por aire o por tierra desde hace más de medio siglo.

La inmigración no es un tema nuevo y aunque muchos han encontrado en otras naciones una forma de mejorar no puedo dejar de sentir en el pecho un terrible dolor cada vez que escucho que algún coterráneo perdió la vida tratando de alcanzar tierras de libertad.

No es que seamos los más empáticos del mundo, es que todos sufrimos del mismo mal la dictadura que nos obliga a buscar cualquier vía para abandonar nuestra tierra sin importar de qué forma y no es que estén acudiendo a “los cantos de sirena del imperialismo” como lo llama el régimen, es que están huyendo de los gritos de terror de la dictadura, de la represión y las imparables necesidades que se sufre en el país.

¿Cuántas vidas perdidas en el mar?, ¿cuántas en la tierra?, es difícil contabilizar el sufrimiento y la perdida de las familias que al quedar atrás rezan por esos que se fueron en busca de un futuro mejor, pero lo que más me duele de todo esto es que en esas travesías también han perdido la vida muchos menores que si bien no saben nada de política si entienden que esa ha sido la única forma que la dictadura ha dejado al pueblo de escapar de la pesadilla.

Son tristes esas historias de perdida, duele ver a las familias llorando por la muerte de un ser querido mientas intenta escapar de esta isla prisión donde los responsables de esas muertes viven como reyes en sus palacios de lujo, paseando en yates millonarios mientras el pueblo emigra en balsas improvisadas.

Los que dirigen el país tienen sus manos manchadas con la sangre de miles de cubanos que han perdido la vida huyendo de este castro-comunismo socialista construido como un sistema monárquico que se erada entre los del mismo linaje.

No podemos permitir que esta dictadura siga cobrando vidas del pueblo, no podemos permitir que nuestros hijos tengan que seguir huyendo de nuestro país para buscar un futuro y que al final pasen a integrar la larga lista de los que buscando una forma de mejorar no pudieron encontrar el final del cuento, ni pudieron contar su triste historia.

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