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Por la periodista ciudadana Yaquelín Herrera
Jun 15, 2025 | 10:30 AM
Resulta incómodo y molesto que quienes no son capaces de garantizar el alimento del pueblo tengan la moral de regañar a quienes hoy llevan a la mesa de los cubanos un plato de comida, a los campesinos cubanos.
El discurso de Miguel Díaz Canel en la clausura del XIII Congreso campesino se convirtió en el escenario usado por el mandatario para regañar a los campesinos y pedirles que produzcan más, obligándolos prácticamente a garantizar la alimentación de una población de más de diez millones de habitantes, cuya responsabilidad es del régimen.
Tras expresar que "hay mucha tierra por cultivar", Díaz Canel, responsabilizó a los campesinos de la baja producción de alimentos y de no emplear de forma efectiva las tierras en usufructos, olvidando la obligación del gobierno con el aseguramiento de los recursos que requieren los productores para garantizar las cosechas, recursos de los que nada se habló en la cita campesina.
Esta declaración del "puesto a dedos", ignoró los problemas estructurales que afectan al sistema agropecuario cubano, como son el acceso a los insumos, tecnologías y falta de autonomía los campesinos. Durante su discurso el tono resultó evasivo, evitando en todo momento reconocer el compromiso del estado en este problema.
De igual manera, criticó a los intermediarios, a quienes culpó de encarecer los precios de los alimentos agrícolas, pero olvidó reconocer que es el propio estado el que controla esta cadena de distribución y que a través de las Empresas de Acopio roba al campesino y le impone precios de compraventa abusivos, para luego especular con estos precios al vender en sus redes de mercados.
Tampoco reconoció, que el intermediario es el resultado de las amargas experiencias que tienen los campesinos, con los prolongados impagos que sufren durante meses, cuando deciden vender sus producciones al estado y que por ello prefieren vender a estos nuevos comerciantes que le pagan al momento.
Una vez más el régimen cubano trata de echar su falta de gestión sobre los campesinos cubanos. Haciendo uso del viejo discurso sobre la ley de reforma agraria y la entrega de la tierra a los campesinos, "como un acto noble del gobierno revolucionario", el mandatario trató de manipular el corazón y la nobleza de los hombres y mujeres del campo.
Tales palabras sólo han provocado el malestar de los campesinos cubanos, para quienes alimentar al pueblo no resulta fácil, por las tantas carencias. Muchos catalogan el discurso oficialista como una forma irónica de pedir favores con escopetas.
Publicado originalmente en la edición 202 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano.