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Por por el periodista ciudadano Pedro Luis Hernández
May 22, 2025 | 10:00 AM
Cuando se menciona la corrupción, muchos recuerdan los viejos gobiernos de la República, antes de 1959, evocando los gobiernos auténticos como la mayor expresión de este vicio moral. Sin embargo, esta es solo una visión distorsionada de una realidad mucho más cruda y cercana: la corrupción política y administrativa que impera en Cuba en los últimos tiempos.
La corrupción, entendida como el mal uso de la autoridad y los derechos confiados a los funcionarios, así como el empleo de la misma para beneficio personal en contra de la ley y los principios morales, está a la vista.
En Cuba, hablar de este fenómeno es complejo, no solo por la magnitud que ha alcanzado, sino también porque involucra a las altas esferas del poder, quienes guardan silencio, pues este flagelo ha devenido su verdadero modo de vida.
Una mirada crítica y profunda permite concluir que la corrupción en Cuba se ha convertido en un fenómeno crónico e irreparable que solo podrá solucionarse con un cambio radical y total. Desde las cúspides del poder hasta los eslabones más bajos de la sociedad, la corrupción predomina.
Como se dice en buen cubano, y duele admitirlo, en Cuba "todos tienen un precio". Términos como "el invento", "la lucha", "la jugada" o "resolver por la izquierda" reflejan los matices de la corrupción cotidiana, esa que muchos aceptan como la única manera de sobrevivir. Soborno, desvío de fondos públicos, uso del cargo
corrupción cotidiana, esa que muchos aceptan como la única manera de sobrevivir. Soborno, desvío de fondos públicos, uso del cargo para beneficio personal, nepotismo dentro de la administración pública, abuso de poder, tráfico de influencias y malversación son algunas de las manifestaciones más comunes de la corrupción que asola la isla. Según la organización Transparencia Internacional, en 2024, Cuba figuró entre los países más corruptos de la región.
Aunque el régimen cubano ha emprendido recientemente un ejercicio contra la corrupción y las ilegalidades, estas acciones solo han afectado las bases de la sociedad, sin tocar las altas esferas del poder donde la corrupción es más prevalente. En estos niveles, altos funcionarios y organizaciones como el monopolio militar GAESA y la corporación Gaviota mantienen cuentas millonarias en el exterior, perpetuando un sistema corrupto.
La corrupción en Cuba es un mal grave y crónico, que el gobierno se niega a reconocer, pero que debe ser erradicado de raíz. Este fenómeno impide el desarrollo del país y socava la confianza del pueblo en su gobierno, que debería ser un servidor público honesto, no un ladrón.
Es momento de enfrentar este flagelo, porque como bien se dice: "Si no luchamos para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabaremos formando parte de ella."
Publicado originalmente en la edición 201 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano.