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Por el periodista ciudadano Pedro Luis Hernández
Jun 14, 2025 | 10:00 AM
Una celebración es siempre motivo de alegría, pues nos recuerda fechas significativas que honran personas o acontecimientos que apreciamos. Este 20 de mayo, los cubanos conmemoramos el Día de la Patria, una fecha que rememora aquel esperado 20 de mayo de 1902, cuando, tras décadas de lucha, la bandera cubana ondeó libremente en el Castillo del Morro y se proclamó oficialmente la República de Cuba.
El sueño republicano de José Martí se hacía realidad. Aunque la República nacía con limitaciones políticas propias de su época, el ideal democrático del Apóstol comenzaba a concretarse. Durante los siguientes 58 años, los cubanos vivieron periodos de gobierno donde el derecho a intervenir y decidir sobre asuntos nacionales no era un delito, sino un derecho fundamental. Si en algún momento ese derecho fue violentado, ocurrió bajo regímenes dictatoriales, como el de Gerardo Machado, aunque esos fueron episodios excepcionales y no la norma de la República.
Por eso, en una fecha tan emblemática no podemos olvidar a Martí, cuyo ideal de una república inclusiva, con justicia para todos, ha sido sistemáticamente violado por el régimen comunista desde 1959 hasta la actualidad. Para Martí, la república democrática debía ser inclusiva, garantizando libertades y derechos plenos al servicio de todos los cubanos, donde cada ciudadano pudiera ejercer su derecho y libertad de manera plena.
Su concepto de patria dista mucho del que utilizan los gobernantes corruptos, quienes se es cudan en ese nombre para oprimir al propio pueblo. “Patria es humanidad, es aquella porción de la humanidad que vemos más de cerca, y en que nos tocó nacer; y ni se ha de permitir que con el engaño del santo nombre se defienda a monarquías inútiles, religiones ventrudas o políticas descaradas…”, sentenció Martí.
Esta es la verdadera naturaleza de la patria, un llamado a enfrentar a quienes la usan para fines mezquinos y personales. “Patria es ara, no pedestal”, afirmó en otro momento. Hablando del compromiso que tienen los cubanos con la defensa de la patria conquistada aseguró: “Ni hay hombres más dignos de respeto que los que no se avergüenzan de haber defendido la patria con honor: ni sujetos más despreciables que los que se valen de las convulsiones públicas para servir, como coqueta, su fama personal o adelantar, como jugadores, su interés privado.”
La oratoria martiana fue precisa y clara, la patria que nos quieren vender y que nos piden defender no es la de todos los cubanos, es la que han dibujado los gendarmes del poder político, la que les sirve mantener, porque representa sus intereses personales.
La patria que los cubanos exigen es la que prefiere y defiende el bien de muchos ante la opulencia de unos pocos. Como dice un buen cubano, nos quieren llenar la vasija solo con espuma, con un líquido sin sustancia, sin dejar espacio a aquello que realmente nos dignifica y nos hace verdaderamente humanos.
Publicado originalmente en la edición 202 del medio de comunicación comunitario del ICLEP, El Espirituano.